La Edad Antigua es la época histórica que coincide con el surgimiento y desarrollo de las primeras civilizaciones antiguas. Ligada al descubrimiento de la escritura[1], pero también unida a la llamada Revolución urbana que esta se caracteriza por él:
1. inicio de la vida urbana (ciudades muy superiores en tamaño y diferentes en función a las aldeas neolíticas, con fuertes defensas)
2. aparición del poder político (palacios, reyes)
3. aparición de las religiones organizadas (templos, sacerdotes)
4. surgimiento de una compleja estratificación social, con esfuerzos colectivos de gran envergadura, que exigen prestaciones de trabajo obligatorio e impuestos
5. el comercio de larga distancia de los excedentes de producción
Estas condiciones se dieron en Sumeria en el IV milenio A.C., espacio propicio para la constitución de las primeras ciudades estado competitivas a partir de ellas, y de sucesivos contactos (tanto pacíficos como violentos) con culturas sedentario-agrícolas o nómada-ganaderas, con familias lingüísticas de diferentes razas humanas, que conformaron los primeros estados de gran extensión territorial, hasta alcanzar el tamaño de imperios multinacionales.
Procesos similares tuvieron lugar en diversos momentos según el área geográfica (sucesivamente Mesopotamia, Valle del Nilo, cuenca del Mediterráneo, América Precolombina y el resto de Europa, Asia y Africa)
El final de la Edad Antigua en la civilización occidental coincide con la caida del Imperio Romano de Occidente, en el año 476.
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